¿BUSCAS LO MALO DE LO BUENO?

¿Conoces a alguna de esas personas que siempre buscan lo malo de lo bueno? Ya sabes, aquellas que piensan que todo tiene una mala parte que hay que destacar.

Aquellas que se van de vacaciones y te hablan del calor excesivo, que tienen un buen trabajo e insisten en las responsabilidades, que tienen un buen salario y te hablan de los impuestos que pagan por ello, que tienen más tiempo libre y lo dedican a pensar cuánto van a aburrirse, que no tienen problemas de salud y te hablan de la última mota que se les metió en el ojo, que pasan por un buen momento y se centran en lo poco que “saben” dura lo bueno…

También existen las personas que tienden a buscar lo bueno en lo malo. Y ahí está la gran paradoja, y es que aquellas personas que están pasando por malos momentos, tienden a fijarse más en lo bueno, como una estrategia para seguir adelante.

Son aquellas que no han podido ir de vacaciones y te hablan de conocer su ciudad, que trabajan día a día dejándose todas sus fuerzas e insisten en ello como una manera de mantenerse activas, que piensan en aprovechar cada minuto de su poco tiempo libre, que buscan cada minuto sin dolor en sus procesos de recuperación, como un momento más de éxito, que pasan por un mal momento y se centran en que lo bueno está por venir…

Ya sabes hay personas que consideran que el agua está fría y otras que nadan para entrar en calor, personas que encuentran la suciedad entre las flores y otras que encuentran flores entre la suciedad, personas que encuentran la paja en todos los ojos, incluso el suyo… y personas que construyen viviendas con las vigas.

Aquí te dejo algunas reflexiones, para que tú decidas si te pasas al grupo de los que buscan lo bueno, incluso entre lo malo.

1. Esperar que TODO sea PERFECTO es la manera más SEGURA de equivocarse. En demasiadas ocasiones planificamos nuestras vidas como si fuéramos los protagonistas de una película donde nada surge del esfuerzo, donde los días son soleados y los campos verdes. Apaga la tele y entra en el mundo real, ese donde las cosas se consiguen con el esfuerzo y donde para que los campos sean verdes, es necesario que algún día llueva. Aprende a apreciar el olor de la hierba mojada por la lluvia, el calor del sol y la frescura de la sombra… y piensa que quizás no todo sea posible, pero sí todo es intentable, y todo tiene un valor, el que tú le das.
2. Una cosa es no ver y otra ponerte demasiados aumentos. No estamos diciendo que no veas las dificultades, están ahí, pero una cosa es esconderlas y otra magnificar las cosas hasta el punto de hacerlas tan monstruosas como insuperables. Balancea tus valoraciones, tu “todo es malo”, NI ES TODO, NI ES TAN MALO.
3. ES TU DECISIÓN ELEGIR EL GRUPO. Una vez que has decidido elegir dónde estar, esa etiqueta te ayudará a mantenerte en él. Porque tu cerebro quiere que tengas razón en la decisión que has tomado. A esto lo llamamos disonancia cognitiva. Por esa razón si has decidido ver cochecitos de bebé mientras paseas, verás un montón de ellos, si has decidido ver piernas escayoladas, verás más que de costumbre…y si has decidido ver cosas buenas en tu vida, las verás también.
4. Al final tus decisiones van marcando tus realidades. ¿Oiste alguna vez hablar de las PROFECIAS AUTOCOMPLIDAS? Si piensas que todo lo que te rodea es negativo, tenderás a ver sólo lo negativo, te comportarás en base a ello, y al final lo terminará siendo. Si crees que tus compañeros quieren hacerte la vida imposible, te fijarás sólo en cada aspecto que lo corrobore y entonces tú te comportarás de tal manera que lo favorecerás.
5. Y por último, si todo lo anterior no te ha servido para reflexionar, plantéate, ¿PARA QUÉ TE SIRVE fijarte en todo lo negativo? ¿Para preocuparte? ¿Para darte pena a ti o a los demás? Ninguna de las dos opciones te ayudará a dar el primer paso para el cambio y la mejora: ocuparte.

En el mundo real, nada es perfecto, y es ahí donde está nuestro valor añadido, eso es lo que nos distingue y lo que nos da poder: EL PODER DE ELECCION, el poder de decidir cómo valoramos y cómo afrontamos nuestras experiencias. 

Ser capaces de reconocer y valorar lo positivo, saber apreciar cada momento, a la vez que buscamos la forma de afrontar lo negativo, forma parte de nuestra SALUD EMOCIONAL.